Radio Amishar

14 de diciembre de 2012

Permitirse ser débil


Necesitamos aprender a llorar para poder seguir adelante.
Permitirse llorar no es fácil… Nos han educado para ser fuertes, ser árboles de pie ante las adversidades de la vida.
Muchas veces sentimos angustia, el pecho dolorido ante tantas presiones y seguimos caminando, no nos detenemos a llorar: “Debes ser fuerte…”, “Llorar es de los débiles…”, “Los hombres no lloran…”, “Llorar es sinónimo de flaqueza…” Tantas frases hemos escuchado en nuestra infancia, en nuestra juventud… que ante el dolor, la pérdida, las injusticias, en el fracaso, no nos permitimos llorar y agobiados ante tantas presiones y exigencias, nos dejamos llevar y las lágrimas que ahogaban nuestro ser empiezan a brotar…
Sufrir la pérdida de ciertas cosas es inherente a la vida del ser humano. Muchas veces las cosas que perdemos o que se rompen en nuestras vidas son irreemplazables.
Los que nos quieren pueden ayudarnos a aliviar nuestro dolor y a soportar las pérdidas, pero sin duda el que mejor puede ayudarnos es Dios. Él nos regala la fuerza que necesitamos, nos sostiene y nos da Esperanza.
Cuando somos padres, tratamos de demostrar a nuestros hijos que somos fuertes, que nada nos quiebra, que nada nos duele, ya que tememos dañarlos con nuestras debilidades y con nuestras lágrimas… ¡qué equivocados estamos…! Ellos saben de nuestras tristezas y de nuestras alegrías. Tan sólo con mirarnos, con abrazarnos,con acariciarnos, perciben nuestro dolor. Mostrarles la debilidad del ser humano, enseñarles a llorar, es parte de su educación.
No pidamos permiso para llorar… si sentimos que no podemos contener nuestras lágrimas, si sentimos que el corazón nos duele: Lloremos… No tenemos que ser fuertes todo… el tiempo, toda la vida…
Debemos permitirnos ser, por momentos, débiles y dejar que nuestros sentimientos salgan, que nuestro dolor se derrame fuera, para que no se nos pudra dentro.
Llorar es bueno, es saludable, es correcto. Es la mejor válvula de escape de la tristeza.
Si sientes que necesitas llorar, hazlo. Peor es guardar la pena dentro. Llora, desahógate y cuando lo hayas hecho, retoma la vida con la sonrisa y el valor del que sabe que CON DIOS SIEMPRE HAY ESPERANZA.

Autor desconocido.
Adaptado por Esther Azón Fernández (EAF) Redacción CPM

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