OREN POR EL ESPÍRITU SANTO
ALZA TUS
OJOS - ELENA G. DE WHITE
"Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas
dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu
Santo a los que se lo pidan?" Luc. 11:13.
Quienes inscriben sus nombres
en los libros de la iglesia debieran hacerlo con una comprensión plena e
inteligente de lo que involucre esta acción. Significa que se han comprometido
solemnemente a servir a Dios. Significa que han sometido plenamente el yo, a fin
de que Cristo pueda reinar en su lugar Significa que han abandonado sus ideas y
prácticas acariciadas y han rendido su mente a la mente de Cristo. Significa que
tienen el firme propósito de ser uno con Dios, uno con su pueblo; que se
ejercitarán en la abnegación y el sacrificio para hacer avanzar los intereses de
su reino; que se esforzarán para vencer todo aquello que obstaculice el
crecimiento de la gracia.
El Señor no deja en tinieblas a ningún hombre
que tenga oídos para oír y corazón para comprender. Tengamos todos siempre en
vista la gloria de Dios. No se desorienten por las trampas del maligno. "Así
que, el que piensa estar firme, mire que no caiga" (1 Cor. 10: 12). Que las
advertencias que Dios ha dado en su Palabra sean proclamadas por los atalayas
sobre los muros de Sión y escuchadas por cada alma que está en el servicio del
Maestro.
Cada caso será juzgado; cada alma será probada. Pregúntese cada
uno: "¿Soy un siervo infiel? Por precepto y por ejemplo, ¿conduzco a otros por
senderos equivocados?" Recuerden que su influencia afecta a otros para bien o
para mal.
Ruego a los miembros de cada iglesia que busquen ahora la
mayor bendición que el Cielo puede otorgar, el Espíritu Santo. Si buscan con fe
una medida mayor del Espíritu de Dios, estarán constantemente recibiéndola y
comunicándola. Diariamente recibirán una provisión fresca, su experiencia
cotidiana será enriquecida con la abundante corriente del amor. Delante de
ustedes yacen vastos campos de verdad, vastas fuentes de poder. Que la oración
diaria sea: "Quita de nosotros lo que quieras quitar, pero no nos prives de tu
Santo Espíritu". Debemos tener el don del Espíritu Santo.
La verdad de
Dios es para nosotros. La religión de Jesucristo nunca desagrada al receptor
sino que lo hace puro, de tal manera que pueda ver a Dios. Le da un intenso
deseo de ser como Jesús, quien es el único totalmente amable, el señalado entre
diez mil . . . ¿Por qué no amarlo y prestarle un servicio indiviso?
Como
el pueblo de Dios en la antigüedad, nosotros también debiéramos estar preparados
para marchar cuando la nube se levante y avance, y detenernos cuando la nube se
pose en un cierto lugar. Nadie puede estarse quieto, sin avanzar (Manuscrito 56,
del 9 de mayo de 1902, "Escrito para nuestra admonición").