La admonición de Pablo prohibe la desesperante preocupación, inevitable en los que dependen de sí mismos en medio de las dificultades de la vida. Es posible hundirse bajo esa ansiedad debido a la irreflexión y el descuido o elevarse por encima de ella “echando toda. . . ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de” todos sus hijos (1Pe_5:7). El pensamiento de la proximidad de la venida del Señor debe ayudarnos para que nos liberemos de las preocupaciones terrenales y seamos tolerantes en nuestras relaciones con otros (ver com. Mat_6:33-34; 1Pe_5:7).
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