Ya sea por la posesión de bienes o por la anticipación de la felicidad futura, el cristiano tiene mucha razón para regocijarse. Con el perdón de sus pecados, su conciencia está libre y la paz llena su alma. Sabe que para él “todas las cosas” le “ayudan a bien” (Rom_8:28). ¿Por qué ha de estar triste? Los que siempre se quejan no tienen una religión genuina (MC 194).
#rpsp 1 Tes 5:16
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