La fe y el amor son dos virtudes componentes de la justicia. La fe es el elemento activo que se aferra de la justicia que Cristo imparte al creyente. El amor, ese gran atributo del carácter de Dios (1Jo_4:8), es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo de Dios (Rom_5:5). El apóstol ya había alabado a los tesalonicenses por practicar esas virtudes (1Th_1:3). Aquí los insta, y con ellos a todos los cristianos, a usar más ampliamente esas virtudes como seguras defensas en su conflicto contra el mal.
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